Un gran golpe de mercado «made in Rome», como diría Dan Friedkin, el propietario del club. Quizás sea por falta de tiempo, porque la vida pasa rápido y los Giallorossi, en particular, viajan como un tren a tope, escribe Alessio D’Urso en La Gazzetta dello Sport.
Pero pocos, al comentar las renovadas ambiciones de los últimos días de Paulo Dybala con la camiseta de los Giallorossi, tras la destitución de José Mourinho, eran conscientes de un detalle significativo: de acuerdo con la Roma, ‘La Joya‘ argentina ha decidido no aprovechar la cláusula (venció el 15 de enero) de su contrato de tres años con opción a un cuarto con el club Giallorossi, según el cual podría haber abandonado la capital. Destino Arabia Saudita, desde donde fueron recibidas a principios de año al director general Tiago Pinto dos ofertas de 12 millones de euros, cifra que indica el contrato para obligar al club a liberarle en caso de propuestas del exterior.
Dos ofrecimientos muy atractivos sobre todo teniendo en cuenta el salario que le darían al jugador, pero fueron suficientes para convencerle. Una «declaración de amor«, la del argentino, favorecida también por la labor diplomática de Pinto, que quedó muy impresionado por el propio Ryan Friedkin (presente en el momento del encuentro clave). En días tristes, de derrotas y de mal humor, además, en los que a muchos de los mejores jugadores habría sido fácil orientarse y zarpar hacia otras orillas. Y así Paulo demostró su apego: quienes pensaban que su estancia estaba ligada a Mourinho ahora saben que para Paulo lo que importa es la Roma.