Nicolò Zaniolo siempre ha estado muy atento al fitness y la nutrición. Pero en el último año su vida ha cambiado radicalmente, dadas las dos operaciones en ambas rodillas y, en consecuencia, también su estilo de vida, escribe Chiara Zucchelli en La Gazzetta dello Sport.
Menos pelota y menos cancha (lamentablemente), más gimnasio y entrenamiento en seco. Un «marine», lo define quien le conoce bien, sobre todo en las últimas semanas en las que, tras superar la Covid, ha intensificado su regreso a las canchas. Esto también gracias a una consultora especial: Chiara Nasti, su novia.
Los snacks de Zaniolo se han vuelto muy ligeros y proteicos: fruta, cereales, yogur. Y luego kiwis, plátanos, frambuesas a voluntad, además de zumos y centrifugadoras, mientras que antes quizás se permitía un bocadillo extra o unas galletas. No a los jugos llenos de azúcares, sí a un trozo de chocolate, quizás negro, que también ayuda al buen humor.
Lo mismo ocurre con los postres: no a los envasados, sí a los caseros. En cuanto a salir a cenar (cuando está permitido) Zaniolo prefiere el pescado a la cocina típica romana o en cualquier caso demasiado condimentada. No le importa un restaurante cerca de su casa o un viaje a Ostia, del mismo modo que no le importa un vaso de Coca-Cola cero, nuevamente sin exagerar.
En la terraza de su casa en Torrino, donde vive desde hace unos meses, ha construido una especie de pequeño gimnasio con la vista puesta en la Roma: pesas, gomas elásticas, balones en forma, otras herramientas específicas (especialmente para las piernas) y cintas de correr, todo lo necesario para entrenar incluso en días de descanso.
Quería fortalecer la masa, luego hará un tipo de trabajo basado en la elasticidad y la velocidad. En casa, cuando vuelva a pleno rendimiento, solo descargará y estirará, porque será en Trigoria donde afinarán el coche, es decir el físico.
.RPR.