No debemos esperar milagros de la medicina: la lesión de Paulo Dybala es grave y debe ser tratada como tal. Tras digerir la noticia, entre el dolor por la rotura del tendón y la decepción por haber perdido otra vez el avión a Argentina, Dybala pide opiniones sobre la terapia adecuada a seguir. También aterrizó en Roma su agente Carlos Novel, para la unidad de crisis. Desgraciadamente, un día más o un día menos no cambia la sustancia de la recuperación, que sería más rápida si se abandonara definitivamente la hipótesis de la cirugía. La llamada terapia conservadora, que debe incluir el injerto de factores de crecimiento que faciliten la regeneración tisular a través de sangre endógena centrifugada, todavía requiere al menos 25 días sin acercarse a un balón asegura este miércoles Roberto Maida en el diario Corriere dello Sport.
Después viene el trabajo sobre el terreno de juego que, si nada falla, debería permitirle regresar antes de final de temporada. Los primeros rumores que circularon abrieron la posibilidad de que Dybala se perdiera sólo dos partidos, ante el Lecce y el siguiente ante «su» Juventus. Pero incluso el derby, que se disputará apenas 28 días después del accidente ocurrido durante el Roma-Cagliari, es una quimera, como también lo es el desafío contra el Verona del 19 de abril. En las mejores circunstancias, Dybala podría regresar a la convocatoria para el partido fuera de casa en San Siro contra el Inter. Pero todo debe transcurrir con normalidad en el camino rehabilitador, clínico y deportivo. Mucho, pues, dependerá de sus sensaciones: Paulo está en shock en estos momentos, como lo demuestran las lágrimas imparables que las cámaras documentaron el pasado domingo.
Primero debe encontrar la fuerza mental para sanar lo más rápido posible. Mientras tanto, es evidente que la Roma tendrá que reorganizarse. Lo que Ranieri valoró del nuevo Dybala, además de su rendimiento consistente, fue su participación en los asuntos del equipo. El técnico había hablado de ello en la víspera del partido de Bilbao, cuando ya sabía que su jugador más importante no estaba en su mejor momento. Le habría gustado no haberlo utilizado contra el Cagliari, sobre todo porque la sustitución se había preparado justo cuando Dovbyk abría el marcador, pero ciertas historias torcidas están impregnadas de fatalismo: la desgracia de sufrir una lesión muy rara en el sublime acto de dar un taconazo es una eventualidad que ningún científico habría podido evitar.
