Interpretaciones. Si en el fútbol el dinero se convierte en sinónimo de fuerza potencial, la sensación generalizada es que, con el paso del tiempo, la familia Friedkin tiene cada vez más ganas de golpear la mesa con los puños, escribe Massimo Cecchini en La Gazzetta dello Sport. Prueba de ello es el dinero que se gastan en la Roma. Y no nos referimos a los más de 750 millones que, en poco más de tres años, invirtió por el club entre la compra y recapitalizaciones financieras. Hay algo más, la materia prima del fútbol del Tercer Milenio junto con el coste de las tarjetas: los salarios.
Los números muestran cómo los dueños acaban de iniciar una temporada en la que –si se consiguen las bonificaciones– empujaría la nomina para quizás alcanzar el segundo escalón del podio en la historia del club, dado que podría alcanzar alrededor de un ciento sesenta millones brutos. En resumen, nos hace sonreír que se acuse a los Friedkins de no haber invertido en el mercado, refiriéndose al simple coste de las fichas. Los obstaculos del «juego limpio financiero» de la UEFA son estrictas (véase la exclusión de Azmoun y Kristensen de Europa), para empujar a los propietarios a actuar sobre la otra palanca de inversión, la de los salarios. ¿Un movimiento correcto o arriesgado? El campo dira. Una cosa es cierta: a la espera de los datos oficiales de la 2022-23 y para el año que acaba de comenzar, las proyecciones destacan cómo el promedio de salarios y bonificaciones pagados durante la era DiBenedetto-Pallotta -por tanto a partir de 2011-12- fue de 124,5 millones, mientras que la actual oscila en torno a los 154 millones. En definitiva, un salto adelante nada trivial, realizado además en un período en el que los ingresos parecen estar disminuyendo.
En cualquier caso, todo esto fue suficiente para asegurar un entrenador como Mourinho y jugadores de primer nivel como Dybala y Lukaku, los mejor pagados de la plantilla con 7 millones al año (también gracias al Decreto de Crecimiento), más bonificaciones globales de un millón en caso de éxitos en todos los frentes. Sin embargo, los éxitos decidirán si la estrategia tendrá éxito. Los que faltaron en la primera era americana.
