Cualquiera que pensara que incluso en el mercado de la Roma reinaría el inmovilismo -y las reiteradas quejas de Mourinho no serían escuchadas- ha sido desmentido. Por supuesto, no son «fichajes» millonarios, pero moverse en situaciones tan difíciles -después de contratar a Maitland-Niles del Arsenal- no era nada obvio. Y poder fichar, escribe Alessandro Vocalelli en La Gazzetta dello Sport, a un jugador del nivel de Sergio Oliveira, tiene un valor técnico y simbólico.
Porque es el testimonio de que los Friedkins siguen estando, legítima y vigorosamente, convencidos de que quieren dar valor al trabajo de Mourinho. Incluso más que el impacto que tendrán los nuevos jugadores, es precisamente eso, el mensaje de cercanía absoluta hacia el entrenador. Que pueden no ser los únicos y aun así representar un vínculo. Entre lo hecho en verano -de Rui Patricio a Abraham, con un coste de unos 90 millones de euros- y lo que puede pasar en julio. Los Friedkins han dado y están dando una señal, nada evidente en una situación de mercado tan delicada. La Roma está preparada para crear una plantilla más amplia y experimentada. Y sobre todo escuchar y seguir a Mourinho. Ahí es donde se empieza de nuevo.