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La familia Friedkin trabaja en la idea de realizar un museo de la Roma; también nacerá uno sala virtual

Cuando Andrea Belotti, recién aterrizar en Roma, fue invitado a visitar la sala que guarda las camisetas del campeonato de 2001, en Trigoria, recibió un par de guantes. Tratar la historia con guantes blancos en la Roma no es solo un dicho. Lo hacen materialmente, para proteger esos memorables recuerdos, que el club lleva diez años recopilando, catalogando pacientemente.

Hoy una parte de la memoria histórica de Roma vive en un entorno de cien metros cuadrados, la temperatura establecida es de 21 grados, un porcentaje fijo de humedad al 50% y sofisticados sistemas contra incendios y antirrobo. El clima ideal para la conservación del archivo histórico de Roma: un proyecto que ya ha llevado al club a archivar más de 12.000 objetos, más miles aún por catalogar según cuenta hoy el diario La Reppublica.

1100 camisetas históricas forman parte de él, 840 sólo de Roma: la más antigua data de agosto de 1927, año de su fundación, y es la primera y auténtico baluarte del equipo. La reliquia la usó Antonio Maddaluno, en su interior tiene un bordado con el número 10: no servía para distinguir a los jugadores en el campo, sino para que los trabajadores del almacén contaran las camisetas al final de la temporada y asegurarse de que estaban. todo allí.

Con la llegada de los Friedkins, este proceso -que a lo largo del tiempo ha supuesto la creación de un archivo fotográfico, estadístico e iconográfico- ha experimentado un nuevo impulso. Cada una de estas maglias es limpiada y tratada para evitar parásitos que puedan deteriorarla. Y cada uno tiene su espacio en cajones que contienen hasta 25. Todo el material está archivado, evaluado y asegurado: están las camisetas de los títulos de Liga, la del gol 300 de Totti, el último balón tocado por De Rossi, recuperado gracias a el árbitro Mazzoleni y el exdirector del equipo Morgan De Sanctis.

La colección incluye un par de uniformes verdes de la selección de los años 50 donados por Losi, el uniforme de México 70 que perteneció a De Sisti. Y luego el mono de Liedholm, un traje de ceremonia de las Olimpiadas del 52 que perteneció a Arcadio Venturi. Y la escultura de la loba que Roma obsequió a Italo Foschi, su primer presidente, cuando dejó el cargo a los Sacerdotes.

El destino de este proyecto solo puede ser un museo club: con este horizonte, la familia Friedkin ha integrado la idea aún más al presupuesto del club. Primero nacerá uno virtual.

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