El momento de Nicolò Zaniolo es delicado. Porque cuando entran en juego la vida privada y el deseo de salvaguardar a los seres queridos, es casi inevitable involucrarse emocionalmente, incluso si tiene hombros anchos y ganó una batalla de casi dos años contra una ruptura de doble ligamento.
El último caso que estalló en torno al número 22 de la Roma se refiere a los escritos y amenazas -estrictamente anónimos- que aparecieron en la pared del baño del instituto Mazzini de La Spezia a la que asistía la hermana del jugador. «Te ganamos cuando queremos», «Traidor», «Spice no olvidará». Estas son algunas de las «dedicatorias» dirigidas al atacante –que se crió en la ciudad de Liguria con su familia– pero que se hicieron con la intención de golpear a su hermana, quien fotografió y publicó todo en su perfil de Instagram condenando el gesto: «Sé que sois los hombrecitos, curaos del odio y de la envidia. Sólo dolor».
El hecho no quedará en una proeza impune. Al menos esa es la esperanza de la familia Zaniolo, que encargó al abogado Antonio Conte -que asiste a la Roma en varios asuntos de derecho deportivo– que interpusiera una demanda contra desconocidos por los escritos en el baño del colegio, así como una denuncia ante la policía de correos tras las numerosas amenazas recibidas en sus redes sociales por parte del jugador y padres según los reportes del diario Il Tempo.
Lo que desata la ira de los haters y de los hinchas de La Spezia es el penalti pitado en los minutos finales de la Spezia-Roma, concedido tras una intervención de Maggiore que le propinó una patada en la cara a Zaniolo, que salió del Pico con un ojo morado y una pequeña fractura en el tabique nasal así como una amarilla por protestas que le hizo ingresar en la lista de apersividos.
