Paradigme

La enfermedad crónica de una Roma incapaz de ganar a los equipos de arriba en la Serie A no ha cambiado; 2 puntos de 30 posibles en la temporada

La derrota en Bérgamo, la décima en el campeonato y la decimocuarta -contando todas las competiciones- en cincuenta y dos partidos en la temporada, encuadra perfecta e inequívocamente el valor de la Roma, sobre todo si se analiza el rendimiento en Italia. La posición en la clasificación es la síntesis del comportamiento de los Giallorossi que desde hace algunos años no tienen el ritmo de los grandes equipos. El sexto lugar es la cosecha de aquellos que no rinden como un equipo superior escribe Ugo Trani en el Corriere dello Sport.

Los resultados contra los de arriba en la Serie A conderano a la Roma: sólo dos empates contra los que les preceden en la clasificación, contra los cinco primeros. En diez partidos, ocho derrotas. Dos puntos sobre treinta disponibles: una miseria. Auténtico fracaso que no depende del sistema de juego, preparación deportiva y calendario. Y ni siquiera del entrenador. La fragilidad de los Giallorossi aparece cuando se eleva el listón. El grupo, confiado a De Rossi desde el 16 de enero tras la destitución de Mourinho, sigue incompleto en todos los aspectos y desgastado en más de un intérprete. El mazo es corto, numérica, técnica y tácticamente. Los enfrentamientos directos no se ganan ni defendiendo, es decir, aparcando el bus, ni atacando, es decir, haciendo uso del coraje.

Los viejos (y ahora nuevos) defectos de la plantilla han salido a la superficie, más o menos como en el mismo periodo de la temporada pasada, cuando los compromisos aumentaron y llegaron los partidos contra los grandes. Un descenso que empujó a los Giallorossi fuera de la zona de la Champions. Y quienes, con los dos últimos partidos disputados contra el Genoa en casa y el Empoli fuera, ya saben hasta qué punto el objetivo ya no es alcanzable por méritos propios. El futuro de la Roma, antes de la necesaria y deseada revolución, depende precisamente del final de temporada del Atalanta que le dejó atrás en la clasificación. Gasperini debe levantar el trofeo el 22 de mayo en Dublín en la final de la Europa League contra el Bayer Leverkusen y al mismo tiempo frenar en la liga para evitar entrar entre los cuatro primeros.

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