Con una cantidad mínima de 60 millones de euros en tres años, que fácilmente se podían elevar hasta los 75 mediante bonificaciones fáciles de activar, Paulo Dybala se habría garantizado el futuro de diez generaciones de hijos, nietos y bisnietos.
El precio a pagar habría sido el de prácticamente jubilarse a los 30 años, el sueño de todos los trabajadores por cuenta ajena, aceptando la propuesta de los sauditas de Al Qadsiah. Lo que parecía hecho en la mañana de este jueves 22 de agosto cambió radicalmente en la tarde, con la velocidad del mejor contraataque.
La gran mayoría de los aficionados sociales de la Roma – subraya Luca Valdiserri en ‘Il Corriere della Sera’ – masacraron al club Friedkin por haber dejado la puerta abierta a la marcha de ‘La Joya’. Pero nadie sabe la verdad real. Una cosa es cierta: la baja oferta de Al Qadsiah, casi una humillación para el club giallorossi, produjo esa parada que le dio a Dybala más tiempo para tomar la decisión de su vida.