El Olímpico prepara la garganta. Listo, listo. He aquí el mejor resultado que Daniele De Rossi ha conseguido en tres cortas semanas de trabajo: el duelo ha sido superado, la afición ha dejado de hacer ruido. Es indiscutible gracias a la doble victoria en liga, que ha puesto la clasificación en línea (casi) con las ambiciones de la Roma. Pero también es gracias a los Friedkins que compraron Baldanzi y dieron sentido a la reestructuración técnica. El nuevo entrenador tenía razón: quien amó a Mourinho puede guardar un espacio en su corazón para amarme a mí también. Pero De Rossi no podía imaginarse alcanzar la meta en sólo 19 días. ¿La fiesta está aquí otra vez? No exactamente. El trauma de la separación no se borra tan fácilmente. Sin embargo, los signos de recuperación emocional ya son bastante visibles escribe Roberto Maida en el Corriere dello Sport.
Para el partido contra el Cagliari que cerrara la fecha de la Serie A, la Roma ya ha vendido 60.200 entradas. Todavía no estamos llenos, como era costumbre cuando Mourinho se perfilaba en el horizonte como líder del pueblo, pero el público sigue siendo calido, teniendo en cuenta los horarios de los días laborables y vespertinos que complican los desplazamientos. Eso no significa que la afición haya perdonado a los jugadores, principales responsables del cambio en el banquillo, y que hayan vuelto a admirar sin reservas a Dan y Ryan Friedkin. De hecho, algunos silbidos podrían ser normales.
La Roma debe encargarse del resto, empezando de nuevo con la certeza de haber superado a la Fiorentina (con el mismo número de partidos jugados) y de estar por delante del Napoli en los enfrentamientos directos. Dado que el Atalanta-Lazio está programado para hoy, vencer al Cagliari significaría ganar más terreno en la carrera por los puestos Champions, si no incluso un cuarto puesto virtual y provisional. De Rossi espera que el equipo acompañe su recuperación: hasta ahora su balance es impecable, aunque los resultados no han disipado las dudas generales sobre la calidad del juego y el nivel del personal. Aprovechando el factor olímpico, donde la Roma promedia 2,18 puntos por partido, el trío no parece prohibitivo.