Fue un lapsus. Cuando sintió que Berardi atacaba sus partes íntimas, Marash Kumbulla vio nublado ese segundo que distingue el bien del mal. Y actuó de la peor manera, provocando un penalti y viendo la roja con una patada que todos habían visto menos el colegiado Fabbri y sus colaboradores. En su joven carrera, Kumbulla nunca había sido expulsado.
Al final del partido, Kumbulla, mortificado, pidió disculpas a sus compañeros, quienes lo agradecieron cuenta este martes Corriere dello Sport. José Mourinho, en cambio, no se tomó muy bien el episodio, que incidió de forma importante en la derrota. Son dinámicas comprensibles.
Pero el chico no querría que la opinión pública le pegara la letra escarlata del matón en la camisa. O el tonto. Lo cierto es que con Berardi había precedentes. No solo en este juego. Los dos ya se habían enfrentado en el pasado. Y Kumbulla, aunque consciente del error, se pregunta por qué no se sancionó el golpe de Berardi, a diferencia de su reacción descompuesta.
