Con Juric nadie tiene garantizado un puesto de trabajo, escribe Matteo Cirulli en Il Tempo. El partido contra el Torino estableció una nueva ley en Roma: sólo juegan los que están en mejor forma. Un dictado que debería ser la base de la elección del once titular en cada partido, pero que, por diversos motivos, parecía perdido en la Roma desde hacía tiempo.
Así comenzaron el partido desde el banquillo Pellegrini y Cristante el pasado jueves, sustituidos respectivamente por Pisilli y Le Fée. En años anteriores, los dos centrocampistas gozaban del estatus de «intocables«, también debido a la falta de variedad en el departamento. Este año, sin embargo, al menos en el centro del campo se han insertado dos jugadores de calidad (gastando un total de 40 millones de euros) y un tercero procedente de la Primavera y rápidamente incorporado en las rotaciones, primero por De Rossi y luego por Juric. En una época caracterizada por actuaciones negativas y protestas de la afición, solemos confiar en las certezas, pero de momento Juric parece preferir algo más.
Experimentar con los jugadores disponibles permite al técnico encontrar una solución a una Roma aún poco concreta y, sobre todo, proporciona un estímulo extra a los jugadores en los entrenamientos, pero también durante el partido, tanto desde el primer minuto como sustitutos. La posición fija ha sido abolida, al menos en el centro del campo, en favor de un recambio necesario, a la espera de la próxima revolución.
Este sábado en mesa de prensa el entrenador croata fue bastante claro al respecto:»¿Dovbyk? Decidiremos en base a su entrenamiento. Incluso con los demás igual, hoy tengo que ver quién se ha recuperado y quién no. En base a esto tomaré decisiones, pero todas son decisiones técnicas si juega uno u otro. Nada más cambia para mí». Luego agrega:»Tenemos una plantilla equilibrada y la usaremos en función del rendimiento, sin mirar si sean jóvenes o no, los jóvenes tienen más posibilidades de crecer, quizás tengan un nivel menor pero con el tiempo van creciendo. Los mayores son una garantía y hay que hacerlos rendir al máximo».