En defensa hay una sobrepoblación. La indicación es clara. Ahora se necesita vender y no solo por razones presupuestarias, sino por tráfico, escribe Marco Juric en La Repubblica. De cuatro fichajes realizados, la Roma compró tres defensas –Ndicka, Llorente y Kristensen– sin pagar a ninguno. Y si el año pasado hubo una perenne emergencia de defensa, de ahí las compras casi compulsivas de junio, ahora sobra en Trigoria. Demasiado personal en el mismo rol. Por ello se necesita un corte. Ibañez, Karsdorp y Spinazzola están oficialmente en el mercado, pero no hay un comprador concreto.
El neerlandés recibió muestras de interés de Francia y Arabia Saudí (de nuevo Al-Shabab, que también busca a Cuadrado), sin que ninguna se materializara en ofertas. La Roma pide 10, se puede vender por 8, y si la situación se complica por 6 se cede igual. Algo así como el mismo discurso que Ibañez: 35 en una es lo que pide la Roma, 30 con descuento, 25 in extremis. Siempre y cuando sea una transferencia definitiva. Un discurso un poco diferente para Spinazzola, el italiano tiene una ficha y un salario que pesan mucho en el presupuesto y por los que la Roma no puede permitirse grandes descuentos.
Al-Shabab también promete pero no cumple (los 7 millones) en esta forma árabe de contactar jugadores y prometer sueldos, incluso antes de hacer ofertas a los clubes a los que pertenecen. De ahí el inmovilismo de las últimas semanas. Con una secuencia infinita de nombres persiguiéndose en la entrada y sin negociaciones reales, salvo los de Scamacca y Morata.