Ser hincha del equipo en el que juegas. Es un privilegio que pertenece a unos pocos, es un sentimiento que a menudo es difícil de ocultar, escribe Chiara Zucchelli en La Gazzetta dello Sport. Efectivamente tienes el deseo de exteriorizarlo, incluso en momentos en los cuales no eres el protagonist. En Roma, siempre ha habido muchos «jugadores aficionados» que han vestido la camiseta de los giallorossi.
En esa la larga lista también figura Filippo Tripi, excapitán del Primavera hasta el año pasado. Nacido y criado en ese Casal Palocco que ha acogido durante años a muchos campeones de la Roma. La otra noche Filippo fue un fanático más como muchos otros. Con ojos brillantes y piel de gallina. Estuvo al pie de la Plaza Coliseo, entre la multitud, disfrutando de la presentación de Paulo Dybala. Uno que hasta hace unos meses soñaba con marcar en la Serie A. Alguien lo reconoció: «Filippo pero ¿eres tú? Eres grande«, le gritaban. Tripi se sonrojó y admitió su debilidad.
De la cantera a la Roma de los grandes, una vida en los Giallorossi después de haber brillado con el Palocco y haber atraído las miradas de Bruno Conti. Ese momento que quería disfrutar plenamente. Por otro lado, Mourinho ya le había bautizado hace un año: «Tiene un corazón súper romanista«.
Filippo, de veinte años, forma parte de la plantilla del primer equipo y obviamente espera quedarse y replicar el camino de Zalewski. Gusto a Fonseca y ahora gusta a Mourinho. En la concentración de Portugal dio muestras de crecimiento, para Mou es un jugador «poco experimentado, obviamente, pero muy inteligente» y sus compañeros agradecen su discreción y humildad.
