En vísperas de la final del play-off que decidirá quién será el tercer ascendido a la Premier League entre el Sheffield y su Sunderland, Enzo Le Fée habló con ‘The Times’ en una entrevista en la que también hizo algunas consideraciones sobre la Roma. Los Black Cats aún tienen la obligación de rescatar al francés en caso de ascenso, lo que aportaría 23,5 millones de euros a las arcas giallorossi.
Jugaste con Ivan Juric, ¿cómo fue que acabaste en el banquillo con la llegada de Ranieri? «El entrenador quería un equipo más físico para sacar al equipo de la zona de descenso, así que no jugué más».
La llamada desde Sunderland. «Estuve listo de inmediato. Le dije a mi agente que quería ayudar al Sunderland y a Le Bris a ascender».
Sobre su etapa en el Sunderland… «Lo he disfrutado desde el primer día, desde el primer entrenamiento. Disfruto estando en el campo. Eso es lo que perdí en Roma. Si no disfruto mi tiempo en el campo, definitivamente seré un desastre. A veces puedo serlo —no siempre se puede ser bueno, puede pasar—, pero en general, en mi cabeza, sé que voy a disfrutar y que lo haré bien. Creo que la afición del Sunderland no me conocía antes. Vengo de la Roma, un gran club, a segunda división en Inglaterra, así que quizá algunos piensen: ‘Ah, vale, solo viene a jugar, pero no es serio’. Pero cuando juego al fútbol y lo disfruto, como ahora, puedo darlo todo en el campo».
Si el Sunderland llega a la Premier League, se quedara… «Quiero quedarme en el Sunderland el año que viene, sin duda. Llevo seis meses trabajando para esto. Este es el partido más importante de mi vida».
Sobre la tragedia de su padre, que se suicidó. Cuando tenía seis años, dije: «Tu tren ha tomado un mal camino, yo seguiré el bueno. ¿Entiendes?»
¿Qué impacto tuvo en usted? «Muchísimo. A los tres años me puso en el campo de juego; era un gran jugador. De ocho a doce años y de catorce a veinte, creo, fui a visitarlo a la cárcel. Normalmente entrenaba, pero todos los miércoles iba a la cárcel a visitarlo. A los dieciocho empecé a verlo solo».
Entonces, la tragedia golpeó a Enzo cuando tenía 20 años. «Era miércoles y encontré a mi padre en la cama. Al día siguiente tuve que ir a la policía porque tenían que preguntarme algo y dije: ‘No, no puedo, tengo que entrenar’. Al día siguiente, de nuevo, entrené, y al otro jugamos contra el Lens fuera de casa, y el entrenador no lo sabía. Solo se enteró una hora antes del partido, cuando mi abuelo lo llamó y le dijo que era absurdo que no hubiera dicho nada. Nadie en el vestuario lo sabía. Me dije: mi problema es mi problema. Creo que por eso ahora puedo hablar. Ahora soy libre».