Todos están bien menos él, el delantero centro con más talento, el valor añadido del mercado. Pero el regreso no está tan lejos, garantizó Daniele De Rossi, que en un mes como máximo le ha visto calentar sobre el terreno de juego y espera poder entrenarle lo antes posible. Entrenarse de verdad. Tammy Abraham ve el último kilómetro de su carrera personal pero todavía no puede levantar los brazos porque el camino hacia la meta todavía tiene altibajos: todo es normal cuando un atleta siente que se le desmorona la rodilla en una calurosa y dolorosa tarde de junio. Nunca se trata de una convalecencia breve o incluso lineal escribe Roberto Maida en el Corriere dello Sport.
A principios de marzo se habrán cumplido 9 meses desde aquel giro antinatural que marcó su carrera. Bastaba oír los gritos, observar las lágrimas. Tras el fallo de las máquinas, que también fue benigno, reconociendo sólo «la rotura del ligamento cruzado anterior», Abraham decidió someterse a la operación en Londres con el mago del sector, el profesor Williams. Abraham tendrá que pedirle permiso para retomar los entrenamientos a pleno rendimiento: hasta el momento apenas ha mirado la ventana de trabajo, para evitar problemas colaterales. La consulta está prevista en un par de semanas. Si el cirujano da el visto bueno, Abraham podrá volver al grupo.
Pero hay un elemento positivo en esta historia: Abraham podrá ayudar a la Roma ya al final de la temporada, ofreciendo una solución táctica diferente. En ese momento, De Rossi también podría alinear a dos atacantes centrales. El emparejamiento con Lukaku, al menos durante algunos minutos de algunos partidos, puede hacerse realidad a partir de abril.