En cuatro días su mundo podría haber cambiado. O tal vez incluso la temporada, que a sus 31 años no es poca cosa. Porque Stephan El Shaarawy primero dio a la Roma la victoria en el último suspiro contra el Monza y luego realizó una gran actuación contra el Slavia de Praga (potenciando el gol de Bove, dando la asistencia a Lukaku y golpeando un larguero loco), escribe Andrea Pugliese en La Gazzetta dello Sportr.
Si hay un jugador que realmente tiene mercurio en la Roma –aparte de Lukaku– es ‘El Faraón’. Después de todo, esta fue realmente una semana especial para él y no solo porque ayer cumplió años o porque dejo algunas jugadas de absoluta habilidad entre Monza y Slavia. No, también estuvo el tema de su supuesta implicación en el mundo de las apuestas, aquellas acusaciones que le dolieron y a las que respondió con un grito liberador el pasado domingo. Y la mejor manera de cerrar el círculo sería regalarse mañana otro día de maravillas en San Siro, donde Mou podría elegirlo a él y no a Belotti como compañero de Lukaku.
Al fin y al cabo, el técnico portugués ha aprendido a valorar a El Shaarawy partido en curso: por su calidad, por su profesionalidad y también por su polivalencia. Sí, porque si Cristante es el hombre de emergencia en la casa Giallorossi, El Shaarawy es ese recurso de oro que todo entrenador querría tener siempre disponible. «Pensé que era un jugador capaz de impactar especialmente entrando de cambio, pero tuve que cambiar de opinión», dijo Mou hace un tiempo.
También porque Stephan le resultó útil en muchas posiciones del campo. Y también esta temporada, por ejemplo, ya ha desempeñado 4 roles, si no 5: como segundo delantero, centrocampista ofensivo en el 3-4-2-1, extremo izquierdo en el 4-2-3-1 y carrilero en el centro del campo en el 3-5-2, posición que por momentos también le llevó a actuar como lateral puro, en momentos de dificultad y repliegue defensivo.