Bajo el suelo de Pietralata, al menos bajo los ya explorados por los arqueólogos romanos, no hay nada. Una de las mayores incógnitas de la capital, el «hallazgo arqueológico», capaz de bloquear, a veces durante años, o en todo caso de imponer ralentizaciones o nuevos diseños para los proyectos de grandes y pequeñas obras, ha sido evitada al menos por ahora, como se informó hoy este miércoles en el diario Il Messagero.
Y el proyecto del estadio en Pietralata ahora puede avanzar hacia el sprint del mes de septiembre. Son dos minutos de Bellas Artes. Lo primero que se desprende es que el «sustrato geológico estéril», es decir esa parte de terreno totalmente virgen de las actividades humanas, es «bastante superficial», es decir, no es necesario cavar muy profundo. La conclusión de la Superintendencia, evidentemente marcada por la mayor cautela, dice: «en virtud de la vocación extractiva de la zona no excluye la posibilidad, incluso en ausencia de indicadores cronológicos claros, de que el frente de la cantera pueda remontarse a la antigüedad veces».
Traducido del lenguaje arqueológico: no es casualidad que estemos en la zona de las canteras de Pietralata, por lo que es posible que existieran canteras de toba. Lo cual normalmente se puede investigar durante las obras, documentar y listo, todo está cerrado.