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El problema económico de la Roma sigue residiendo en el valor de la facturación y los ingresos

Desde la adquisición del club giallorossi, los Friedkins han invertido más de 800 millones de euros en la Roma: unos 200 por la compra a Pallotta y el resto en recapitalizaciones que no podrán prolongarse por mucho tiempo. Analizando la situación financiera de la Roma y los requisitos relacionados con el nuevo reglamento de estabilidad de la UEFA, el problema del club giallorossi sigue residiendo en el valor de la facturación y los ingresos relacionados cuenta el peridosita Alessandro F Giudice en el Corriere dello Sport.

Los ingresos de explotación en los últimos tres años nunca han superado los 200 millones (192 en 2022) y este año deberían ser ligeramente superiores. Para cualquier club, el nivel de ingresos de explotación es el límite infranqueable del gasto, un límite que la Roma siempre ha superado con creces, tanto que ha registrado pérdidas en torno a los 600 millones en los últimos tres años, que los Friedkins han puesto freno a esta situación recapitalizando.

El Fair Play financiero ahora establece limites precisos y la Roma se encuentra entre los clubes que han firmado el acuerdo de conciliación con la UEFA, es decir, el compromiso de volver a estar dentro de los límites. Esto significa que los costes de la plantilla (salarios + amortización) no pueden superar el 90% de los ingresos y tendrán que bajar al 70% en 2026.

En el caso de la Roma, entre los sueldos de los jugadores (155 millones en 2022) y la amortización de las fichas (77 millones en 2022), estamos al 112%. Si los ingresos se mantienen en los niveles actuales, el club tendrá que rebajar sueldos hasta amortizaciones superiores a los 80 millones. En ausencia de un crecimiento de ingresos robusto y rápido, no es posible soñar con grandes fichajes. Quedan cedidos y jugadores libres, o un scouting capaz de encontrar talentos a bajo coste que puedan explotar después. Los caminos por tanto son el aumento de los ingresos de explotación, con estrategias comerciales a mejorar y posiblemente el trueque de jugadores, por tanto la potenciación y venta de jugadores que alimentan las finanzas del club. Luego está la Champions, que representa una diferencia fundamental en términos de ingresos para los clubes italianos, no solo para la Roma.

En este contexto económico es inútil invocar intervenciones de los propietarios o dinero «para cazar» (como suele decirse) porque ningún propietario -por adinerado y apasionado que sea- puede financiar campañas de compra cuya cobertura debe provenir de ingresos, que hoy son del todo insuficientes. En todo caso, es correcto invocar una política comercial diferente en la que, con suerte, la propiedad pueda encontrar formas de alimentar los ingresos del club.

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