El plazo, válido sólo para equipos extranjeros, para ejercer la cláusula de rescisión de 12 millones del contrato de Paulo Dybala expiró ayer a medianoche, escribe el periodista Gianluca Piacentini en Il Corriere della Sera.
No hubo señales de ello, pero ningún club se presentó – las únicas manifestaciones de interés por el argentino vinieron en las últimas semanas de equipos árabes, pero nunca fueron tomadas en cuenta – y los aficionados giallorossi pueden dar un suspiro de alivio al igual que De Rossi que está apostando mucho por ‘La Joya’. El contrato de Dybala con los capitalinos expira en 2025, pero tiene la opción de renovación extensión automática por un año más si alcanza al menos el 50% de apariciones. Su destino, ahora, está en sus manos y en las del técnico, que estudia un cambio de posición sobre el terreno de juego para él: ya no de lateral, rol que ocupará el recién llegado Soulé, sino más central en el 4-2-3-1 o “falso nueve”, cuando la situación lo requiera.
Dybala y la Roma jugaron con sus cartas expuestas, cuenta por su parte Lorenzo Scalia en el Corriere dello Sport, enviándose señales conciliadoras durante el verano. Nadie tenía en mente crear una grieta. Así, los dos mundos encontraron un punto de encuentro: el atacante, después de todo, quería quedarse en la capital después de su matrimonio con Oriana y De Rossi contaba con ponerlo en el centro del proyecto. En el futuro, las partes podrían sentarse alrededor de una mesa para repartir el salario a lo largo de varios años. También para evitar otros eslóganes sobre cláusulas de rescisión.