El abrazo de todo el equipo, la ovación en el estadio olímpico, el recorrido por el campo al final del partido pero sobre todo una bonita sonrisa en su rostro tras un gol que podría significar un renacimiento para él. Marcó en el minuto diez y, ciertamente, para algunos aficionados de la Roma puede que no sea una coincidencia. Porque la acción que construyó y luego concluyó Lorenzo Pellegrini es de diez. Ahora Pellegrini intenta reconstruirse con la ayuda de Ranieri y una Roma que le está apoyando en el momento más difícil de su carrera escribe Jacopo Aliprandi en el Corriere dello Sport.
El gol marcado contra la Lazio, enriquecido por una actuación de tenacidad y calidad, es un nuevo paso adelante para superar la negatividad del año que acaba de terminar. Pellegrini lo dio todo en el derby, en sesenta y cinco minutos de determinación antes de marcharse exhausto besando el escudo de la Roma. Luego el abrazo al final del partido con la Sud y una celebración con la afición que significa mucho para él: de la curva al Tíber, el capitán celebró una victoria inolvidable con la afición de la Roma.
El capitán de los Giallorossi no jugaba desde el primer minuto en Serie A desde el 24 de noviembre. Desde entonces sólo 73 minutos en cinco partidos de la Serie A, 19 minutos en la Copa de Italia contra la Sampdoria y 74 minutos en los dos partidos de la Europa League. El estímulo del derbi le devolvió ese tesón perdido con el tiempo. Lorenzo sintió la responsabilidad del derby, la obligación de darlo todo por una afición que también le animó y apoyó en Tre Fontane.
Respondió con una actuación que ahora también pondrá en duda su futuro, como demuestra el beso en el escudo de la camiseta. El Napoli presiona para ponerlo a las ordenes de Conte, Ghisolfi pasó por alto su futuro antes del partido, pero destacó que Lorenzo es un hijo de Roma (lo mismo dijo de Frattesi). El futuro aún está por escribirse, la recuperación aún no es completa, pero mientras tanto Pellegrini ha comenzado 2025 de la mejor manera que nunca hubiera soñado.