El caso es cada vez más complicado: Chris Smalling no se recupera y ni siquiera entrena con la Roma. Ayer, cuando el equipo reanudó su trabajo, no se presentó en Trigoria con el permiso del club. Estaba en Londres para una revisión de su rodilla lesionada por parte de un ortopedista de confianza, Andy Williams, el mismo que operó al otro inglés Abraham.
Por la tarde, entre otras cosas, recibió una mala noticia: por segunda vez en dos años, una banda de ladrones entró en la villa donde vive en Appia Antica. El botín no fue cuantificado porque el jugador se encontraba fuera de la capital. Hoy regresará a la ciudad y podrá reunirse con la policía para evaluar los daños. En cualquier caso, es un motivo más de tensión en un período desafortunado: parece haber pasado un siglo desde el día de la renovación del contrato, que alegró el corazón de los aficionados y les permitió imaginar un futuro de satisfacción. Todo se paró el 1 de septiembre, tras la Roma-Milán.
La esperanza razonable era recuperarlo tras el parón de octubre. En cambio, Smalling, después de intentar un par de entrenamientos grupales suaves antes del partido contra Monza, pidió volver a reducir el ritmo asegura Corriere dello Sport este miércoles. De ahí la frase que pronunció Mourinho el pasado jueves, tras el Slavia de Praga, cuando le preguntaron si Smalling podría recuperarse a tiempo para el domingo siguiente: “¿Domingo? ¿Qué domingo?”.
Ahora le gustaría verlo de vuelta sobre el terreno de juego para solucionar los problemas estructurales de la defensa. El problema, sin embargo, es que Smalling, en comparación con muchos colegas, tiene una mentalidad particular. Es muy atento a la dieta vegana y reacio a tomar medicamentos, especialmente analgésicos. Por eso necesita superar la lesión de forma definitiva, para evitar sufrir en los entrenamientos. No hay contraindicaciones, según las pruebas realizadas por la Roma: todo depende de las percepciones del jugador. No es probable que la rodilla empeore si se somete a estrés.