A fuerza de correr, presionar y gruñir se ha ganado el aprecio de Mourinho y el apodo, nacido de la mente brillante del Especial –»perro fiero». «Un apodo cariñoso, porque estoy muy contento con lo que hace Edoardo en el campo”. Bove, el chico de Appio Latino con unas ganas tremendas de desmotrar, se reencuentra siendo fundamental en la fase más importante de la temporada de la Roma, mientras la emergencia -un viejo problema- aparece en las puertas de Trigoria y entra sin incluso pidiendo permiso.
En la mayoría de los casos, la lealtad de Bove a la causa de los giallorossi ha servido para manejar finales turbulentos, durante los cuales su dinamismo demostró ser un arma decisiva. A lo largo de un año complejo de gestionar entre los muchos compromisos, se han excluido compañeros de centro del campo por un problema u otro. Él no, siempre esperó pacientemente su momento.
El conteo de bajas en el medio pronto se rápido: Wijnaldum, recuperándose de una lesión en un flexor, podría estar en el banquillo en Monza; en cualquier caso, Gini no parece estar listo todavía para ser titular. Luego está Matic, sancionado por la tarjeta amarilla vista ante Milan. Cristante es un comodín y también puede actuar en defensa, pero con el probable regreso a la defensa de cuatro compartiría la mediana con Bove, hoy más arriba en las jerarquías que Camara cuenta Corriere dello Sport.
El golpe sufrido en el hombro, que de momento no ha dejado grandes problemas, tras la entrada de Krunic fue doloroso y claramente se hace sentir, pero Edoardo apretará los dientes para no desperdiciar esta oportunidad. La Roma, por su parte, siempre ha tenido fe en el chico, uno de los que más destaca en los entrenamientos.
