La cuenta atrás ha comenzado. Pero el tiempo parece no pasar nunca. Paulo Dybala, a la espera de la nueva resonancia magnética programada para el fin de semana, se somete a tratamientos especiales de fisioterapia los mismo que las estrellas del tenis, el golf y el baloncesto habían utilizado en el pasado según cuenta Corriere dello Sport.
Todo ello, mientras Joya siente cada vez más el cariño de la afición gitana a su alrededor y el estímulo de su selección, que quiere contar con él en el Mundial. Para hacer menos dura la espera, a la casa romana de Dybala también llegaron los padres de su novia, Oriana Sabatini, cuyo padre Osvaldo es hermano de Gabriella, una inolvidable campeona argentina de tenis.
Una familia nada trivial, dado que Osvaldo está casado con Catherine Fulop, actriz y modelo venezolana, aunque Alicia, la madre de Paulo, es la primera en recibir todos los días a su hijo cuando regresa de los trabajos de rehabilitación en Trigoria.