Irreemplazable e incansable. Con 1.335 minutos ya en sus piernas, Bryan Cristante pisará la alfombra de los recuerdos: fue en Verona donde debutó en la Serie A hace 9 años, con la camiseta del Milan, reemplazando a Kakà en el minuto 86. Regresa esta noche al Bentegodi como líder del centro del campo de la Roma, poco después de haberse deshecho de las molestias oculares que le habrían provocado un contacto prohibido en Helsinki, decisivo para la anulación del empate de los finlandeses.
Regresa con la condición de jugador imprescindible, tanto para la Roma como para la selección, en el periodo en el que su agente Beppe Riso está definiendo la renovación de su contrato con Tiago Pinto. Durante el parón del campeonato podría anunciarse la extensión contractual hasta 2027, lo que supondrá para el unas ganancias en torno a los 3 millones netos por temporada.
Todo va como de costumbre. Se ha convertido en un hábito para él bromear en el vestuario. Al principio de la temporada, Cristante parecía no ser considero un titular, pero luego es uno de los que más juega, y no el primero de la lista.
A pesar de la llegada de un competidor autoritario como Matic, está en el mismo camino. A la hora de elegir entre los dos, Mourinho hasta ahora nunca ha tenido dudas: a Cristante no se le puede tocar. Organizador de ideas, equilibrador de salas, Bryan es también uno de los senadores del vestuario.