«Saqué a Dovbyk porque estaba nervioso, el árbitro lo tenía en la mira y temí que le sacaran la tarjeta roja«. Claudio Ranieri justificó este jueves, inmediatamente después del final del Az Alkmaar-Roma, la sustitución del delantero centro ucraniano a los 45 minutos, que se quedó en el interior del Afas Stadion tras 45 minutos de juego, sin volver al campo. Y tenemos que creerle, porque Artem efectivamente fue amonestado y en más de una ocasión tuvo algo que decirle a Wouter Goes.
Pero hay algo más, cuenta este sábado Andrea Pugliese en La Gazzetta dello Sport. Y esa es la situación de un delantero que todavía no está en condiciones de ser todo lo determinante que sabe y como podría serlo. Tanto es así que después del gol marcado el pasado domingo ante el Genoa, cuando le preguntaron explícitamente por el hecho de que nunca celebra después de un gol, Artem respondió así: «Nunca estoy completamente satisfecho con mis actuaciones. Estoy marcando, pero sé que tengo que marcar, puede hacerlo mejor«. Y de hecho Dovbyk ha marcado bastantes goles, 11 en 27 partidos, con una media de 0,41 goles por partido. En definitiva, unos números que no están nada mal, sobre todo si tenemos en cuenta que éste es su primer año en la capital. El verdadero problema, sin embargo, es otro: el hecho de que Artem nunca marca goles verdaderamente decisivos. Y esos 11 que marcó siempre llegaron en partidos “suaves”, contra rivales de nivel medio o bajo.
De los once goles marcados en estos primeros seis meses con la camiseta de la Roma, sólo uno fue decisivo para dar los tres puntos a la Roma, el marcado de penalti (1-0) ante el Dinamo de Kiev, en la Europa League. Los demás contribuyeron al empate o no fueron decisivos en el resultado final. En resumen, al fin y al cabo los goles de Dovbyk “pesan” poco, en total se puede decir que aportaron apenas 7 puntos. No es lo mejor para un delantero centro, sobre todo si le pagaron 30,5 millones más 5,5 en bonus, con un 10% a favor del Girona en la reventa, por un mínimo garantizado de 38,5 millones. Rainieri dice a menudo que tiene que mejorar en cuanto a determinación y competitividad y el problema, probablemente, está ahí.
Dovbyk es un tipo muy bueno, incluso muy sensible en algunos aspectos. Y a veces se ve agobiada por tensiones y problemas que debería poder dejar atrás. El año pasado -en Girona- en la segunda parte de la temporada empezó mejor que en la primera, incluso marcando más (13 goles contra 11). La esperanza, entonces, es que esto se repita también en Roma. Y que Artem vuelva pronto a ser un auténtico Dovbyk.