Renovar las ambiciones. Este es el primer paso. Mourinho ha reabierto las puertas de Trigoria a los internacionales que van regresando de a poco. Entre ellos está Lukaku, impulsado por el doblete ante Bélgica y dispuesto a formar equipo con Dybala para empezar a borrar el terrible agosto de la Roma. Levantar la cabeza es la primera señal que Mourinho quiere ver y que también podría dar un impulso para el futuro que se decidirá a principios de 2024 escribe Francesco Balzani en el diario Leggo.
A pesar de los rumores más o menos creíbles, de hecho, que Mourinho deje la Roma en curso no está contemplada y la renovación del contrato que expira no es en absoluto una quimera. Para llegar hablar de renovación en los próximos 3 o 4 meses se necesita hacer el camino menos difícil de lo que ya es entre los límites de la UEFA y una Liga de Campeones que lleva demasiado tiempo siendo algo distante.
Como se ha dicho, el primer córner está representado por las ganas de revancha de un equipo que quedó en shock en Budapest pero que no sufre la incertidumbre sobre cual será el futuro del técnico. El shock de Lukaku podría ser decisivo. Mou quiere retomar el timón y luego decidir qué hacer en mares más tranquilos. Dos señales serían importantes: la llegada de un directivo importante, fuerte, mediático y la permanencia de la dupla de ensueño que será llamada a prender fuego al Olímpico ante el Empoli.
En verano, el ‘Special One’ rechazó los millones (muchos) árabes, respetando la promesa hecha a los aficionados y jugadores. En la capital italiana se siente bien y la fase de «ganar a toda costa» parece ser cosa del pasado. Sin embargo, intentar ganar se convierte en una prerrogativa necesaria.