De nada sirve ocultarlo, lo de Dybala es un doble problema, escribe Massimo Cecchini en La Gazzetta dello Sport. El primero está ligado a la lesión del argentino, con el peso técnico que perderá la Roma por su ausencia; el segundo está relacionado con la falta de gol, porque el ataque de los giallorossi es claramente estéril. El hecho de que el segundo máximo goleador del equipo, después del argentino, sea Chris Smalling -a quien una corriente de hinchas ingleses quisiera jugar en la selección para el Mundial- dice mucho de la crisis de los delanteros.
Los números en este sentido son despiadados. Tammy Abraham jugó 11 partidos por un total de 728 minutos, anotando tan solo 2 goles. Su primer alter ego, Andrea Belotti, disputó 9 partidos en 323 minutos sobre el terreno de juego: solo marcó uno. Se está creando toda una literatura melancólica sobre Nicolò Zaniolo en torno a su esfuerzo por encontrar la puerta. De todas formas, en 7 partidos jugados y 510 minutos jugados, solo llegó un gol.
También sería injusto enfurecerse con Eldor Shomurodov, quien anotó solo un gol en 4 juegos y 60 minutos. En definitiva, mejor que El Shaarawy, que nunca marcó en 5 partidos y 127 minutos sobre el terreno de juego. Si luego depuramos esta cifra de los tres partidos de la Europa League, quedaría que sólo quedaba Abraham para marcar -sus dos, de hecho- porque los demás sólo festejaron en Copa. En definitiva, queda claro lo peligrosa que es la ausencia de Dybala.
No es casualidad que José Mourinho siga buscando soluciones alternativas. Entre estas está la idea de centrarse en el doble delantero, como sucedió en la final ante Helsinki, Atalanta, Inter y Lecce. Seamos realistas: no es la solución favorita del Special One, pero ya el jueves en Sevilla ante el Betis -ante la ausencia de Zaniolo por descalificación- se podría relanzar la prueba desde el principio, con el capitán Pellegrini que podría unirse a los dos delanteros por detrás.