Paradigme

Dan Friedkin y José Mourinho tienen un primer encuentro; en breve se realizara una reunión más operativa

En Trigoria todo el mundo tiene la boca cerrada, dado que ayer Dan Friedkin estuvo en la oficina presidencial. No es precisamente algo muy frecuente, mientras que con mucha más frecuencia es fácil encontrar a su hijo Ryan, vicepresidente, en el centro deportivo cuenta La Gazzeta dello Sport. El propietario estadounidense finalmente se ha reunido con José Mourinho, aunque solo sea para un saludo rápido, y se habría acordado en breve realizar una reunión más operativa.

Los obstáculos, por otro lado, son diferentes. El primero es que solo el resultado del partido de mañana ante el Spezia decidirá si la Roma jugará en la Conference League o en la Europa League (salvo que la UEFA intervenga directamente sobre la Juventus), con toda la diversidad de escenarios económicos que se podrían abrir.

El segundo está más relacionado con los deseos del técnico portugués. Un mercado ambicioso debe organizarse contando con lo que está en juego en el «acuerdo de liquidación» firmado con la UEFA y, a la espera de generar nuevos ingresos, sin clasificación en la Champions es difícil hacer milagros. Incluso la solicitud del Special One de ser respaldado por un ejecutivo fuerte que defienda a la empresa en el frente del arbitraje debe ser examinada, porque tales desiciones no se pueden improvisar.

Finalmente, la última variable está ligada al propio Mourinho. No es ningún misterio que, si el PSG disolviera sus dudas y apostara decididamente por él para confiarle el banquillo -gracias a la buena relación del director deportivo portugués Campos-, el Special One aceptaría una dolorosa despedida, porque la Roma y su afición sinceramente aficionado.

Por lo tanto, si las palabras valen algo, el entrenador debería quedarse con los Giallorossi, también porque tiene un contrato por valor de 8 millones netos por temporada que lo vincula en este sentido hasta 2024. Ciertamente, sin embargo, a la familia Friedkin no le gusta ser tirado por la chaqueta y entendió bien el «Quiero más», lanzado por Mourinho tras la derrota ante el Sevilla ya está produciendo sus efectos sociales, con muchos hinchas romanos que también han escrito cosas no muy loables en los perfiles sociales del «Friedkin Group».

El encuentro entre Mourinho y Friedkin

El encuentro relampago tuvo lugar ayer en Trigoria, lejos de miradas indiscretas, ya que tanto el Special One como el presidente Dan Friedkin se encontraban en el centro deportivo de la capital italiana asegura también Corriere della Sera.

Pronto se sabrá más, pero la oportunidad con la que los Friedkins aceptaron la invitación de Mou puede considerarse una buena señal. No se sabe qué se dijeron los dos, dada la discreción absoluta de la directiva de los giallorossi, pero obviamente se habló del futuro, de programas, de cómo fortalecer al equipo de acuerdo a los límites impuestos por el Fair Play Financiero y de las demás cuestiones planteadas por los portugueses, como el apoyo de una figura directiva capaz de compartir con él la responsabilidad de poner su rostro en las batallas que se llevarán a cabo en nombre de Roma.

Eso si pocas dudas de que presidente y entrenador se encontraron. El portugués estuvo como siempre todo el día en Trigoria, almorzó allí esperando el inicio de los entrenamientos. Pero el hecho de que los dos hayan hablado de futuros programas, no hay confirmación cuenta Il Messagero.

En realidad ni siquiera se puede negar, lo que dice mucho del momento. Lo importante, más allá del timing, será que se llegue a una base de entendimiento. Porque muchas veces los remedios tardíos son peores que los silencios. Tomemos, por ejemplo, las peticiones de José después del partido contra el Sevilla. Entre los pedidos también estaba el de no quedarse solo en la lucha contra el mundo arbitral.

La respuesta del club estaba lista, con la (suave) nota postdatada de las 24 horas de Pinto en a la agencia ANSA que sin embargo se convirtió en un boomerang. De hecho, a ojos externos, ha demarcado una distancia entre la posición del club (del que el director general transmite el pensamiento) y la de José.

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