Bruno Conti, leyenda y exjugador de la Roma, fue entrevistado por Il Messaggero y donde habló sobre Italia entre otros temas. Estas son sus palabras:
La selección nacional participa en la clasificación para la Copa del Mundo. No será un «juego de niños», ¿verdad?
No, los juegos siempre deben jugarse para hacerlos fáciles. Pero estoy convencido de que no habrá problemas. Conozco a Mancini, he visto, como todo el mundo, a Italia en la Eurocopa y cuánto nos ha divertido, tiene valores técnicos de alto nivel. Un grupo unido.
Eso, el grupo. Sabes algo al respecto: en 1982 demostraste que con eso se pueden alcanzar grandes éxitos…
Sí, sin duda, es la base del éxito. Y Mancio me recuerda a Bearzot en esto. A Roberto se le dio bien incluir a Vialli, De Rossi, toda la gente capaz de formar un grupo, para transmitir las sensaciones que te da la camiseta italiana. Un staff impecable, ese es el secreto del éxito, soy optimista
Más allá de la victoria mundial, ¿qué momento de la selección lleva consigo?
La primera convocatoria, contra Luxemburgo. Ante mí había monstruos sagrados como D’Amico y Causio. Vincenzo replicó mal a Bearzot, que quería que jugara por la derecha mientras aseguraba que en la Lazio siempre jugaba por la izquierda, y lo mataron: el Barón poco a poco logró arrollarlo con las actuaciones y luego también fue expulsado y desde Dinamarca en adelante jugué.
Estás entre los pocos romanos/romanistas que han ganado una Copa del Mundo…
Sí, ahora espero que sea el turno de Pellegrini. Pero más allá de los romanos, es un deseo que pido como italiano. En estos tiempos difíciles debemos estar unidos. La selección nacional también es un sindicato.
Si la Roma no hubiera existido, ¿en qué equipo le hubiera gustado jugar?
La Roma fue mi vida, pero no escondo que lo hice por el Napoli de Maradona. Nápoles era ideal en ese momento. Pero soy feliz así.
De hecho, son 50 años de Roma…
Todo lo hice en Roma, para mí es la vida. Nunca dije que no. Di mi vida y recibí mucho a cambio.
¿Recuerdas el primer día en Roma?
Nunca lo olvidaré. En 1974 me reuní con un primo de mi mujer, en Lavinio, y hay una foto famosa, en la que estoy con Giordano, Di Bartolomei, Di Chiara, para testificar. En esa ocasión conocí a Agostino, durante un partido de fútbol. Luego, cuando fui a Trigoria, fue él quien me recibió y se dirigió a mí. Siempre ha estado cerca de mí. Es, mi capitán. Un ejemplo todavía hoy, para todos, como lo fue Scirea. Se fueron demasiado rápido.
