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Con un mercado en el que se gasto más de 110 millones de euros y un recorte salarial de más de 30 la familia Friedkin demuestra su total implicación con la Roma

A la UEFA le bastó con flexibilizar los parámetros del juego limpio financiero para alimentar el deseo de cambiarlo todo: los Friedkins empiezan prácticamente desde cero en esta temporada revolucionaria, inspirados en principios diametralmente (y necesariamente) opuestos a los dos últimos cuenta Roberto Maida en el Corriere dello Sport.

Los números hablan por sí solos: la Roma ha invertido más que nunca en las fichas de los jugadores, incorporando 12 caras nuevas tras 14 salidas. Entre los veranos de 2022 y 2023, sin poder gastar debido a las limitaciones de un acuerdo internacional, de Trigoria salió mucho dinero pero para los salarios, pero apenas unos veinte millones para aumentar el patrimonio de la plantilla: este año se gasto más de 110 es decir, cinco veces y media más, ante un recorte forzoso de salarios (-35) y de ingresos de 47 millones. Así, la familia Friedkin pretende alcanzar el equilibrio económico, con un límite máximo de -60 de pérdidas anuales que deben contabilizarse hasta diciembre de 2026, y al mismo tiempo obtener una mejora largamente deseada: la participación en la Liga de Campeones.

Evidentemente el círculo virtuoso, favorecido de por sí por los resultados deportivos, multiplicará los beneficios cuando los Friedkins consigan inaugurar el Estadio de Pietralata. El proceso avanza lentamente, es poco probable que se respete el anuncio electoral del consejo de Gualtieri que hablaba de apertura hasta 2027, pero constituye un elemento fundamental del negocio. Quien dirija la Roma con un estadio propio, ya sean los Friedkins o quien compre el club dentro de «X años», podrá beneficiarse de un maravilloso proveedor de ingresos. Y también una fábrica de puntos en la clasificación: los estudios propios demuestran que jugar en un ambiente diseñado y organizado para el fútbol ayuda mucho al equipo local a ganar partidos. Ver el Juventus Stadium para creerlo.

Mientras tanto, con su campaña de fichajes, que no da ninguna certeza de éxito pero al menos atestigua un renovado esfuerzo en su búsqueda, los Friedkins han desmentido los rumores sobre una hipótesis de desvinculación de la Roma. Cuando se invierten más de mil millones de euros, con 43 jugadores llevados a Trigoria en cinco temporadas, no hay motivo para dudar de las intenciones. Criticar las decisiones, e incluso impugnarlas, es legítimo: a partir de 2020 se han cometido numerosos errores, especialmente en los métodos de selección de altos directivos inadecuados. El silencio total, que nunca aclara las dudas, alimenta la charla. Pero una cosa es segura. La Roma, como empresa, está hoy mejor que la que encontraron los Friedkins, es decir, destrozada por la mala gestión: la multa de 2 millones que se pagará a la UEFA no afecta al proceso de recuperación. Y el equipo, incluso sin haber visto nunca de cerca la Champions, disputó dos finales europeas y ganó una. No es para nada poco.

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