Con Chris Smalling en el campo es una Roma completamente diferente, escribe Piero Torri en el diario Il Romanista. E inevitablemente otra historia. Es él, el vegano que tiene encuentros cercanos de tercer tipo con extraterrestres, la panacea para la fase defensiva de nuestra Roma, esa fase que nunca nos ha hecho sentir seguros. Es él quien también da una dimensión completamente diferente a sus compañeros que necesitan una guía para crecer y dar lo mejor de sí mismos. Es él quien manda el cronometraje de una línea que, cuando puede, aprovecha el margen del fuera de juego. Es el hombre de la experiencia, como esperaba Mourinho, que puede garantizar el juego aéreo, la solidez, la capacidad de entender de antemano lo que quieren hacer los rivales.
Y cifras para certificar, de forma inobjetable, lo que se dice. Esta temporada la Roma ha jugado veintiún partidos oficiales hasta la fecha, catorce en la liga, dos en la preliminar europea, cinco en el grupo de la Conference League. En estos partidos, los Giallorossi han encajado veinticinco goles (los seis de Noruega pesan), algo más de un gol cada noventa minutos. Sin embargo, si limitamos la discusión a las actas y los partidos en el campo de Smalling, la respuesta que sale es totalmente diferente.
Entonces, con el hombre que habla con los marcianos, siendo titular o asumiendo el cargo desde el banquillo, los Giallorossi jugaron nueve partidos, seis en Liga, tres en Conference. El total de minutos es de 475. Bueno, en este lapso de tiempo que son cinco partidos completos más veinticinco minutos, la Roma de Mourinho solo encajó un gol, el de la ventaja, anotado por el CSKA en el Olímpico, en un partido que terminó en victoria capitalina.
Por lo demás, con Smalling en la cancha, Rui Patricio nunca tuvo que ir al final de su red para recuperar el balón. En siete de estos partidos el equipo de Giallorossi no encajó goles, en los otros dos, en Verona y derby, el inglés entró al campo con un resultado que, lamentablemente, nunca cambiaría. La ausencia prolongada del inglés ha pesado, y mucho, tanto en la temporada pasada como en la que estamos viviendo. Y tal vez todo esto no tuvo el debido peso cuando se habló de la fragilidad defensiva de Roma. Porque Smalling cuenta como Chiellini para la Juventus, De Vrij para el Inter, Marquinhos para el PSG, Rudiger (maravilloso Antonio) para el Chelsea. También por eso, en el mercado de fichajes hace dos temporadas, el club Giallorossi hizo todo y más para confirmarlo con nuestra camiseta.
Por ello que conservarlo, gestionarlo, no cansarlo porque para la Roma hay una fase defensiva con Smalling y hay otra fase, para peor, con el inglés en la grada mirando. Se ha intentado todo para resolver el problema de la rodilla de una vez por todas. También un viaje a Barcelona a una clínica famosa por los factores de crecimiento. Hemos visto algunas mejoras, pero también necesitaba mucho descanso y muchas precauciones para devolver a Mourinho a su defensa favorito. Quien ahora, además, con la elección de la defensa a tres y un mediocampo sin centrocampistas (ante Torino Cristante con Covid, Veretout descalificado, Pellegrini lesionado a los pocos minutos), es un jugador imprescindible para que la elección de Mourinhana espere y reinicie.