Recuerdo que, en uno de los momentos más duros de tu gestión (Roma 3-4 Juventus), te escribí por Instagram. Al igual que me pasó mientras te escribía esta carta, ese día estaba consciente que lo que tenía que decirte se perdería en medio de la infinita cantidad de mensajes que tus fans y tus haters te escriben. No me importó ese día y tampoco ahora. Sé que hablas varios idiomas y, aunque me habrías podido entender en español, me nació decirte DON´T GIVE UP ON US. Y así fue: no te rendiste. Y antes de que acabe este año quiero agradecerte por eso.
No te rendiste frente a las radios romanas que pedían tu salida, sino que plantaste la cara en las conferencias de prensa, combatiste fuego con fuego. Defendiste con honor los colores del club, poniendo en su lugar a todos los sicarios de tinta, a los matones del teclado y a los odiadores con micrófono. En varios eventos, incluso los ridiculizaste… ellos no sabían con quién se estaban metiendo. Por ti, el amarillo y el rojo ondearon triunfantes. Quiero agradecerte por eso.
Supiste darle el valor necesario a la Conference League, sobre la que tantos dijeron que era la “Copa Disney” o la “Coppa del Nonno”. Los envidiosos de la vereda de enfrente dijeron incluso que “valía menos que una Coppa Italia”, o, de plano, que era una copa sin ningún valor. Solo tú parecías entender lo importante que era para nosotros romper una sequía de casi 14 años, solo tú sabías que para los romanistas significaba la oportunidad de saldar una deuda histórica: el título europeo que primero se les negó a Conti, Falcao y Ago, y luego a Völler, Aldair y Giannini. También por eso quiero darte las gracias.
Tu presencia aquí es diferencial. Aunque muchos digan que tácticamente estás acabado, tu presencia en el banquillo dota de carácter a una escuadra que históricamente se ha desinflado en los momentos cumbre. Contigo hemos visto chispazos de un cambio de mentalidad: partidos que se han ganado y se han empatado agónicamente, luchando; una final europea dominada sin mayores sobresaltos; volver a competirles a los grandes en los enfrentamientos directos… y tantos otros momentos.
Aún falta mucho por recorrer, pero como reza el adagio: “Roma no se construyó en un día”. El precio justo por tener en nuestras filas a uno de los mejores de la historia es que seas el DT al que más hemos pagado. Un precio justo si es que triunfas en la que quizá sea tu mayor lucha: dejarnos la herencia de tu gen ganador. Sé que lo lograrás y, por eso, te doy las gracias anticipadas.
Podría seguir hablando de tus logros más sutiles: un impecable trabajo del departamento médico y de los fisio al reducir ostensiblemente la cantidad de lesiones, la inmejorable recuperación física y futbolística de Smalling, las llegadas de Paulo Dybala y Gini Wijnaldum, el crecimiento de nuestro Lorenzo Pellegrini como futbolista, líder y capitán. Podría también hablar de asuntos no tan agradables: Gonzalo Villar y la caída en Bodo, los estériles planteamientos ante el Milán, la “traición” de Rick Karsdorp… En toda historia hay un rostro desagradable. Pero, con qué fin. Después de todo, esto, más que un análisis, es un agradecimiento.
¡Gracias, José!
Contigo hasta el final y con la Roma para siempre.
Martín.