La Temporada de la Verdad. Andrea Belotti va atravesar una puerta corredera grande: a la salida le espera o no el renacimiento definitivo, es decir, la etiqueta de bombardero provincial escribe Lucca Scalia en el Corriere dello Sport.
Belotti no puede ser considerado el titular de la Roma. Sabe que tiene que trabajar, que tiene que desbloquearse y luego quién sabe. En el amistoso ante el Toulouse no se contuvo, pero los remates a puerta quedaron en nada, a diferencia de lo ocurrido ante el Farense, prueba que vio a Gallo anotar un tanto. Queda el imperativo de sacudirse ese peso: el cero en el casillero de goles marcados en Liga desde que fichó por la Roma.
El atacante también quiere ganarse la confianza de la afición que aplaudió a todo el equipo tras la demoledora derrota en Budapest. La afición sigue escéptica, al menos en gran parte. El año pasado Belotti llegó a finales de agosto a esperar a la Roma. Había renunciado a las ofertas de Mónaco y Fiorentina. Cuando aterrizó necesitaba tiempo para ponerse en forma, para integrarse en un contexto completamente nuevo.
Los goles de delantero con oficio, los que Mou quería de Belotti que no están en el repertorio de Abraham, no se vieron en el Olímpico. Ha habido evaluaciones. Sin embargo, la bendición del Special One ha barrido cualquier duda sobre la segunda oportunidad que se le otorgará al Gallo.