En dos años Dan Friedkin ha llegado donde James Pallotta ha fallado en casi diez: traer a Roma un trofeo que faltaba desde 2008. En cinco años quiere hacer lo mismo con el estadio, el otro gran fracaso del bostoniano. Es un paso necesario para dar mayor estabilidad al club, escribe Luca Valdiserri en el Corriere della Sera.
El estadio es otro ejemplo de la diferencia entre la familia Friedkin y Pallotta: no se mencionan arquitectos superestrellas o rascacielos para pagar los gastos. Será un escenario moderno para una antigua pasión. Antes del estadio, sin embargo, llegará la exclusión. Salir del mercado de valores también permitirá una mayor agilidad en el frente del mercado de fichajes.
Música para los oídos de José Mourinho. El Special One, ayer fue l clarísimo: “Tengo que pensar en el después”. Primer día de vacaciones y ya primer relanzamiento.