No es un Roma-Liverpool, ni llegarán a la capital temibles ultras de Turquía u Holanda. Sin embargo, el plan de seguridad se ha activado de cara al partido de mañana en el Olímpico entre los giallorossi y el Bodo-Glimt, un equipo noruego que vive a pocos pasos del Polo Norte en una localidad de apenas 50.000 habitantes. Más de 1.500 de los hinchas noruegos ya están en la Ciudad Eterna para vivir el sueño de un posible acceso a las semifinales de la Conference League. Pero el ambiente es todo menos relajado, escribe Francesco Balzani en el diario Leggo.
De hecho, lo que sucedió en el partido de ida alimentó la tensión más allá de lo creíble. La trifulca en el túnel que conduce a los vestuarios, con intercambio de acusaciones y la sanción del técnico de Bodo Knutsen y del entrenador de porteros Nuno Santos aún investigado por la Uefa, concluyó dos jornadas nerviosas entre tirar bolas de nieve a Mourinho y Abraham y burlas mal digeridas. A todo ello se sumó la elección de Bodø de entrenar en Formello, el centro de entrenamiento de Lazio, tras haber descartado la hipótesis de Urbetevere.
Una nueva provocación acompañada de las frases poco elegantes del técnico Knutsen: «Soy una roca comparado con Mourinho y Santos, tienen actitudes innobles. Los encuentro donde y cuando quieren». Mañana habrá más de 62 mil espectadores en el Olímpico, este es el primer lleno completo en Europa desde que el aforo de los estadios volvió al 100%. Se espera un ambiente incandescente antes y durante el partido que la Roma debe ganar con dos goles para remontar el 2-1 de la ida y pasar.
Por ello, por recomendación de la UEFA, se duplicará el servicio policial dentro del estadio con el uso de unos 800 agentes. Hoy se realizará una reunión para organizar mejor el despliegue, especialmente en la curva Norte como sucedió contra el Vitesse.