Dieciocho partidos pasaron antes de encontrar la solución para el centro del campo. Diecisiete y dos entrenadores detrás, buscando la alquimia adecuada, la pareja perfecta, que estaba ahí, a la vista de todos, escribe Stefano Carina en Il Messaggero. Y así, el pasado 28 de noviembre, en el partido más difícil en teoría, el de Tottenham, el ‘Thinkerman’ Ranieri lanzó el tándem Paredes-Koné. Porque el argentino y el francés nacieron para jugar juntos.
Y en cambio el primero había merecido ataques, insultos y burlas sólo por haberse saltado la preparación de verano. Por no hablar de Manu, que acabó en el banquillo en el primer partido de Juric contra el Udinese porque querían «cambiar un poco la forma de jugar en determinadas cosas, quizás hay jugadores que me responden un poco mejor en este momento, es un gran talento pero hay mucho trabajo por hacer«. Ranieri solo necesitó un partido y cinco entrenamientos para comprender que algo andaba mal en el centro del campo. Habló con Leo y siguiendo la línea de lo que pasó con Hummels en defensa, le entregó las llaves de la Roma. Descubrir a Paredes a sus 30 años te hace sonreír un poco. Quizás el técnico croata haya pagado por la petición del club de relanzar un mercado que hoy se puede definir como un fracaso a pesar de los 120 millones gastados: lo cierto es que probablemente era necesario alguien como Ranieri para poner al argentino en marcha: «Es un campeón para mí, los campeones son campeones. Si fuera por mí, lo conservaría«, la consagración post-Lecce.
Hoy Paredes y Koné son el motor de la Roma. Uno prepara, el otro corre por tres, roba balones, reinicia la acción y la finaliza como ocurrió en el gol del 4-1 contra el Lecce. Leo tiene una cualidad técnica que le permite no perder nunca la cabeza, mantener el control bajo presión, es racional, quizás no rápido pero es alguien que no necesita mirar el balón. Siempre juega con la cabeza en alto, alternando lanzamientos cortos con lanzamientos largos. Manu, en cambio, es alguien que por sí solo da sustancia, presencia pero también es capaz de organizar el juego. Claudio sabe mucho del resto de las duplas, sobre todo en el centro del campo: en su carrera entrenó a Pizarro y De Rossi en la Roma que estuvo cerca de ganar el scudetto en 2011, Drinkwater-Kanté en el equipo que lo ganó en Leicester, Thern-Pari en el Napoli de los años 90, Rui Costa-Schwarz en la Fiorentina que estuvo a un paso de la final de la Recopa. Y por tanto si ha apostado por Paredes y Koné hay que seguirlo.