El fútbol es un juego muy simple: hay que quitarle el balón a los adversarios, atacar y marcar. Probablemente esa haya sido la segunda cosa que Ranieri les dijo a sus jugadores. La primera, sin duda, fue: «Sois un equipo muy fuerte, tenéis que creer en vosotros mismos.»
Ranieri, en un fútbol dominado por magos de la táctica, sigue siendo el «Simple One». Un entrenador que hace de la simplicidad algo original. El técnico testaccino ha sacado del olvido a Hummels y Paredes. Como declaró en su primera rueda de prensa: «Si tengo a Hummels, ¿por qué tendría que poner a Cristante como central?»
Si bien es cierto que al alemán todavía le falta ritmo y velocidad durante los noventa minutos, en el segundo tiempo demostró liderazgo y un juego de anticipación digno de un finalista de la pasada Champions League.Por otro lado, Paredes, quien la temporada pasada fue uno de los jugadores más importantes de la plantilla pero este año había caído en el olvido (en parte por actuaciones decepcionantes), ayer fue, junto a Kone, el verdadero arquitecto de la simplicidad.
El francés robaba balones a los ingleses y el argentino los movía de derecha a izquierda con criterio.Otro acierto táctico fue la posición de Zalewski. El criticado polaco, que hasta ayer no había logrado desbordar ni una sola vez con la camiseta giallorossa, fue ubicado por Ranieri en la banda derecha. Seguramente, el Normal One pensó: «
¿De qué me sirve poner a un jugador en una posición donde tiene que regatear y después intentar disparar o asistir, si no es capaz de hacerlo?» Así que lo colocó en su perfil natural, donde era libre de decidir entre centrar o buscar el desborde. Su actuación fue «casi óptima».
Casi, porque debe mejorar en precisión, pero sin duda fue su mejor partido de la temporada con la camiseta giallorossa.La nueva aventura de Ranieri con la Magica comenzó con un viaje a Londres junto a Ghisolfi para reunirse con los Friedkin. Hoy regresa a Roma desde la capital inglesa con un equipo que todavía tiene que crecer y mejorar, pero que sabe que es fuerte y que, para ganar, lo mejor es apostar por un fútbol tan simple como el que predica el Normal One.