El regreso de Claudio Ranieri a la capital no es el único paso de los Friedkins para «arreglar» a la Roma, volver a encaminarla esta temporada y planificar el futuro del club sobre bases sólidas asegura este jueves el diario Corriere dello Sport. Los movimientos que prepara el accionista son sobre todo de carácter económico, es decir, el deseo de intervenir en el mercado de enero, para traer refuerzos que puedan dar a Ranieri la posibilidad de relanzar el club.
De hecho, hay una sensación de que el proyecto de Friedkin está incompleto, a pesar de ganar la Conference y de la final de la Europa League y de haber recuperado el entusiasmo de los aficionados en el Olímpico con una racha impresionante de entradas agotadas. Falta ese salto a la Champions. Siempre difícil, el santo grial del fútbol europeo es un objetivo esencial para un proyecto técnico ganador, porque las decenas de millones que garantiza la participación en el torneo marcan la diferencia.
Y el problema de Roma, en los últimos años, ha sido sobre todo la diferencia de ingresos con respecto a sus principales competidores. La paradoja es que la Roma, quinta en el ranking de la UEFA (la mejor posición entre los clubes italianos) detrás de clubes monstruosos como el City, el Real, el Bayern y el Liverpool, lleva ya cinco años fuera de la Liga de Campeones.
Una distorsión sensacional que el accionista americano pretende corregir con nuevos compromisos económicos ya en enero. Aunque la frustración de los hinchas es legítima, hay muy poco que discutir sobre el compromiso financiero de la familia Friedkin. Desde su llegada a la capital, el magnate americano ha invertido una cifra cercana a los mil millones de euros. Los romanistas tendrán que conciliar el deseo de los accionistas de seguir utilizando capital con la necesidad de respetar el acuerdo de conciliación con la UEFA, que expira en junio de 2027.
Podrán comprar manteniendo un equilibrio de gestión, entre ingresos y gastos, en el fondo salarial porque el coste de la plantilla (la relación entre los costes de la plantilla y los ingresos) sigue siendo la brújula, pero los planes de los accionistas siguen siendo ambiciosos.