La luz de los símbolos indica el camino para redescubrirse a uno mismo. Daniele De Rossi se encontró con su ídolo futbolístico Roy Keane y otras leyendas del fútbol en el restaurante Core de Roma en via Vetulonia, la calle más giallorossa de la capital, donde nació y creció Francesco Totti. Gracias a una serie de Sky UK llamada The Overlap, conducida por el exjugador del Manchester United junto a Jamie Carragher, Ian Wright y el otro ex diablo rojo Gary Neville. Así, De Rossi abrazo las estrellas del pasado para trazar el camino hacia los éxitos futuros, en la atmósfera bochornosa del verano romano al atardecer. Uno brilla lo suficiente como para iluminar la noche escribe Niccolò Maurelli en el diario La Reppublica.
Que hizo brillar la sonrisa de Daniele, espejo de una emoción sin precedentes. En los ojos del irlandés se ve a sí mismo de nuevo. Fue y sigue siendo su modelo a seguir: «La única persona en el mundo a la que le pedí una foto, porque con Maradona me daba mucha vergüenza, pero con Roy no pude resistirme», dijo el técnico giallorossi hace unos años. Mismo rol, misma energía, mismo estilo de juego. Duro. Así lo demuestran las trece tarjetas rojas con las que Keane establece el récord negativo del fútbol inglés. Es imposible olvidar su venganza contra Inge Haaland, el padre de Erling: un golpe en la rodilla durante un derbi de Manchester en abril de 2001. «Toma esto y nunca más me acuses de haber fingido».
Carrera terminada. Keane no había olvidado el choque con el noruego cuatro años antes, que le costó una rotura en el ligamento cruzado. Pero el mito disuelve las sombras de la historia y socava las certezas. Porque De Rossi también amaba al United cuando era niño. Durante su carrera, le acarició la idea de mudarse a Manchester, pero al final su corazón late más rápido por la Roma. Se rindió por demasiada admiración por Keane y Paul Scholes, dicen en Inglaterra. Tanto es así que Daniele lució el número dieciséis en honor al irlandés y a su hija Gaia, nacida el 16 de julio de 2005. La fuerza de los símbolos del amor, señales que no se pueden traducir en palabras.
