Hace un par de días llegó indirectamente la primera pista sobre el presupuesto de transferencias: Federico Chiesa no encaja en los parámetros económicos de la Roma, escribe Gianluca Lengua en el Messaggero. La operación Chiesa costaría al menos 50 millones en tres años, demasiado para un club bajo la vigilancia de la UEFA. Por lo tanto, 30 millones podría ser el presupuesto íntegro disponible para todos los refuerzos, excluidos los fichajes.
Los pocos jugadores que han sido valorados a lo largo de los años ahora no aportarán beneficios a las arcas de los Giallorossi. Karsdorp está a punto de terminar y su precio no superará los 5 millones. Luego Smalling, Aouar y Zalewski, jugadores con los que será muy complicado construir un tesoro para reinvertir. A menos que Ghisolfi tenga luz verde para vender elementos que puedan tener mayor atractivo en el mercado, como Bove, un joven centrocampista al que le gustaría jugar con más continuidad. O Svilar, aunque venderlo después de cuatro meses a buenos niveles podría convertirse en un gol en propia meta.
Con los 30 millones mencionados anteriormente, Ghisolfi tendrá que comprar un centrocampista box to box, dos laterales y un extremo ofensivo. El nombre más popular es Edon Zhegrova, luego se solicitó información sobre Nuamah y Laurientè. No se puede descartar que los Friedkins puedan proponer un movimiento sorpresa a Dybala o Lukaku. Los presidentes están cansados de los préstamos, quieren construir la Roma del futuro.
