Chándal amarillo y rojo. Mirada fija hacia el campo. Primer día como nuevo entrenador de la Roma. Daniele De Rossi regresa a Trigoria 1696 días después de su despedida escribe Marco Juric en el diario La Reppublica. En el medio, la noche de los cuchillos largos, que culminó ayer por la mañana con el despido de José Mourinho.
Un final amargo que comenzó el lunes por la noche. Dan Friedkin, su hijo Ryan y José Mourinho se reunieron en el silencio de Trigoria. Vacía. El entorno adecuado para dar una cálido adiós al portugués. Pero también el cara a cara en el que cada uno dijo, quizás por primera vez, lo que realmente pensaba del otro. Con tonos altos y términos fuertes. Poniendo todo sobre la mesa. La propiedad decepcionada por los resultados de la temporada y cansada de ciertas actitudes del luso. Excusas, tensiones, controversias, acusaciones y estocadas. No es su estilo.
La final de la Europa League marca el parteaguas. A partir de aquel 31 de mayo todo fue cuesta abajo. Hacia el despido. A mediados de diciembre los propietarios le dieron por primera vez un ultimátum. «Necesitamos mejorar los resultados«. Dicho, pero no hecho. Luego llega la derrota en el derby y Mou comprende que hasta el vestuario le ha abandonado. Incluso sus fieles escuderos se vuelven hacia el otro lado. En Trigoria Ryan Friedkin lleva semanas grabando todo, recibiendo las quejas de muchos jugadores. Luego la factura final en Milán. Pero Mou ya está solo. El propio Ryan está desde hace días en contacto con De Rossi, a quien conoció en los últimos años en el Estadio Olímpico. Y por amor a la Roma, De Rossi no se lo piensa dos veces. Contrato hasta junio por 500 mil euros bonos. No hay opciones, sólo una bonificación en caso de Liga de Campeones.