Desde el jueves por la noche, su repertorio ya no sólo incluye goles importantes. Ahora también hay goles bonitos. Porque aquel que hizo ente Slavia Praga a los 43 segundos dio paso al triunfo por 2-0 ante los checos. Un momento que finalmente eclipsó la primera vez que Edoardo tuvo el balón en los pies: «Lo recuerdo porque mi padre siempre me lo cuenta. Yo era pequeño pero lo tiré muy fuerte dándole en la cara a un transeúnte. Papá quedo desestabilizado por el poder».
Ahora – escribe Stefano Carina en ‘Il Messaggero’ – el señor Giovanni tiene material nuevo para mantenerse impresionado. Pero es una dulce perturbación la del papá Bove y la mamá Tanya. Incluso si en el campo se hijo se transforma – hasta el punto de que sus compañeros lo apodaron Daniele, en honor a De Rossi, que siempre ha sido el punto de llegada del chico – Bove parece el retrato de un pequeño señor: educado, humilde, una sonrisa para todos, estudia Economía y Gestión en la Universidad Guido Carli con el objetivo de escribir un futuro fuera del campo como entrenador de fútbol.
Ahora, gracias a la supervisión de su agente Diego Tavano, está listo para vincularse aún más con la Roma. Noviembre será el mes del anuncio de la renovación con el club, al menos hasta 2028. Un trampolín que pronto podría abrirle las puertas de la selección mayor de Italia. Con la sanción de Tonali, Luciano Spalletti, que estuvo el jueves en el Olímpico, busca un jugador que sepa combinar calidad y cantidad en el centro del campo. El perfil identificado sería el de Edoardo Bove. Que espera, sin lanzarse a fantasías. El siguiente paso en su agenda es San Siro: la segunda vuelta con Aouar lo considera favorito.