¿Quién se habría pensado que tras jugar contra Salernitana y contra Hellas Verona, estaríamos a sólo un punto? Después del 2-2 contra la Salernitana, en el Bentegodi el único objetivo eran los tres puntos como declaro el propio Mourinho en la previa del partido. El año pasado muchas veces nos quejamos de cómo jugábamos y de que todos los partidos acababan 1-0. Hay un refrán que dice «se estaba mejor cuando se estaba peor» y creo que no hay mejor frase para ese inicio de Serie A.
Contra el equipo de Barone hemos tenido durante casi todo el partido la posesión del esférico (71%) y se realizaron un total de veintitrés disparos a la portería de Montipò, hubo fluidas en el toque del balón, se movieron bien los jugadores en ataque, sin recompenza y con mala fortuna (2 disparos a los palos) pero si este cambio de actitud juega en contra de la mejor faceta de la Roma de Mourinho, la solidez defensiva, como se dice en italiano ¿»il gioco ne vale la candela» (en pocas palabras, vale la pena)?
Paredes ha dado más fluidez al equipo, pero al mismo tiempo ya no hay la justa conexión entre la defensa y el centrocampo. Creo que esa es una de las claves más importantes de los dos partidos: con el argentino en campo (actuando como regista), Cristante juega algunos metros más adelante. Sin él internacional italiano actuando frente a los tres centrales o sin el ex Matic, muchas veces los delanteros adversarios tienen la posibilidad de jugar uno contra uno con Smalling, Mancini o Llorente. Si además a esa falta de solidez se añade un Rui Patricio poco reactivo y franca caída libre, vamos a sufrir dos goles por partido contra equipos más humildes.
El viernes al Estadio Olímpico de la capital llegará el Milan. Los rossoneri, rediseñados en este mercado de verano, han marcado 6 goles en las dos primeras fechas del campeonato, así que para Mourinho el objetivo de esta semana será encontrar el equilibrio del equipo. Porque sin eso ni Lukaku nos puede ayudar a salvar la temporada.