Verle con la camiseta del nuevo patrocinador Adidas tuvo un gran efecto. «Le queda bien«, fue el comentario más sonado de los hinchas que hacían fila ayer frente a la Roma Store del centro, cuando la imagen de Paulo Dybala apareció en los videos que se alternaban en las pantallas. Sin miedo a perderlo, solo la ilusión de los que no ven la hora de que empiece de nuevo la temporada.
El argentino está disfrutando de los últimos días de vacaciones en Ibiza junto a su pareja Oriana y está previsto que el lunes a las 10 en Trigoria comiencen las pruebas médicas y físicas que caracterizarán las primeras 48 horas del rally. Mientras tanto, su agente Antun ha llegado a Roma. Todavía no hay reuniones agendadas con Pinto, también porque el director general después de la carrera contra el tiempo para cumplir con las obligaciones relacionadas con la FPP, se permitió unos días de relajación con su familia en Portugal (regresará a principios de la próxima semana).
Volviendo a Dybala, no está mal esperar un encuentro para finales de la próxima semana. O por lo menos, al comienzo de la siguiente asegura el diario Il Messagero. De hecho, una vez que Pinto regrese a la Roma, primero tendrá que hablar con los Friedkins (su futuro también está en juego: el contrato expira en 2024) y luego sabrá cómo moverse con Paulo. Quien a diferencia de hace un año, cuando estaba lleno de dudas, vive en una situación de absoluta tranquilidad.
La Roma y Mourinho le devolvieron el brillo, a ganar un Mundial con Argentina, a acercarse a su primer título europeo con un club y a sentir la alegría de sentirse de nuevo un jugador importante. Y como tal, Paulo quiere ser tratado. También porque si en la balanza está el agradecimiento hacia un club que lo relanzó, por otro lado no hay que olvidar el «esfuerzo» económico que hizo el futbolista para llevar los colores amarillo y rojo condicionado por el acuerdo de finiquito. Cifras que hacen palidecer a los simples mortales pero que en el mundo del fútbol para un campeón como Paulo no son habituales.
Porque Dybala en el primer año, de los 7,5 millones que percibía en la Juventus, su sueldo se redujo a 3,8 millones y solo se le sumaron las bonificaciones por goles y asistencias (10 y 10), más las de apariciones (al menos el 50%) además de los porcentajes sobre merchandising y derechos de imagen, le han llevado a cruzar la barrera de los 6 millones. Cuando las partes se sienten a la mesa, se volvera a empezar desde aquí, sin beneficios y sin olvidar que el 30 de julio vence la cláusula de rescisión que permitiría al jugador marcharse en Italia o en el extranjero. Es la segunda hipótesis la que posiblemente deba preocupar más.
Porque si en el primer caso la Roma tendría la última palabra (pero luego teniendo que pasar parte de la cláusula por cuenta del argentino: más o menos 4-5 millones), en el segundo sería Paulo quien decidiría, sin posibilidad de responder a ello. Y 12 millones, para clubes que hasta la fecha han hecho sondeos indirectos a través de intermediarios (Chelsea, United, Tottenham más equipos árabes, destino no deseado sin embargo), son pocos. Pero Paulo no tiene ganas de moverse. Otra cosa es que llamen el Real Madrid o el Barcelona, sus sueños de todos. Pero hasta la fecha ni siquiera la sombra. Y luego todo lo que queda es estar de acuerdo.
Hay muchos puntos que aclarar. Por ejemplo: si la Roma confirma los 6 millones actuales que el jugador ha ‘recuperado’ gracias a sus actuaciones sobre el terreno de juego y se queda con las bonificaciones que podrían devolverle las ganancias como en los días de Turín, la cláusula caduca. En caso contrario, si por algún problema relacionado con el coste de la plantilla (a respetar por el acuerdo con Uefa) se llegara a una nueva propuesta que tendría que volver a hacer uso de los premios para garantizar los 6 millones, también podría quedarse. Hipótesis que se mantienen así (como la de una extensión del acuerdo con una prórroga de un año) hasta que Pinto y Antun se encuentren. Lo que parece seguro es que Dybala quiere ganar más. Lícito, nadie se escandaliza por ello. Es la ley del mercado. Balón a Roma y los Friedkins.