Las lágrimas de Paulo Dybala tras la derrota ante Sevilla conmovieron a todos los hinchas de la Roma en casa y en la Puskas Arena. Porque eran las lágrimas de un campeón que, en las últimas semanas, ha trabajado seis horas (reales) al día con un único objetivo: jugar, marcar y llevarse la copa a casa cuenta Corriere dello Sport.
Las lágrimas de Dybala golpearon porque para un jugador que ganó la Copa del Mundo hace seis meses, tal vez una final de la Europa League podría no haber sido el partido de su vida y en cambio Paulo lo trató como tal. Termina su año de amarillo y rojo con 37 partidos y 17 goles: fue, cuando estuvo bien, el alma y el corazón de la Roma. Y por eso todo romanista espera que las lágrimas de Budapest sean sólo de tristeza y no de despedida.
Está claro que tendrá que hablar con el club: tiene contrato, pero también tiene la promesa de volver a sentarse con el club. Salario y perspectivas, tal vez ni siquiera en este orden: ¿qué hará Dybala? Si todo el mundo pregunta. Por ahora sabemos lo que hará de inmediato: sin selección, se recuperará del problema del tobillo, se quedará unos días en Italia a la espera de que su pareja Oriana termine sus compromisos musicales, luego quizás unos días en el mar pero todo está en progreso.
Primero, en cuanto a Mourinho, será necesario comprender los planes y las perspectivas. Y, quizás, Francesco Totti estará allí para echarle una mano: fue él quien consoló a Paulo después del partido. Sobre todo