Media hora de reunión cerrada, escribe Stefano Carina en Il Messaggero. Porque ciertamente el arbitraje de Fabbri influyó en el juego. Pero lo hizo -más allá de la tarjeta amarilla de Smalling a los 9 minutos- cuando la Roma ya estaba dos goles abajo. Y con el pitido final, cuando el equipo volvió a los vestuarios, el ambiente era inevitablemente malo.
A la reunión entre jugadores y staff también asistieron Pellegrini y Belotti, lesionados pero presentes en la grada. Mourinho también quiso estar allí, pero se le recordó que no podía entrar al vestuario. José masticó con amargura. Previamente, una vez llegado al estadio, se había refugiado inmediatamente en un pequeño salón en el corazon del Olímpico, contiguo al vestuario, para ver el partido en una pantalla.
Caras largas a la salida, confirmando el momento delicado, tras una derrota inesperada en su forma y tras fondo. Tal y como se decidió antes del partido, el club inició un apagón de prensa en Liga para protestar por la sanción de dos partidos impuesta al técnico portugués que recuperará su intervención el miércoles, en la víspera del partido ante la Real Sociedad.
A él le tocará levantar el ánimo a un grupo que, pese a la derrota, sigue aferrado a la zona de Champions, a dos puntos y con el derby del próximo domingo, antes del descanso, que puede ser una encrucijada fundamental.
