Si el fútbol es una historia de amor, entonces tenemos que hacer que las esperanzas y las decepciones convivan en una misma canasta, escribe Massimo Cecchini en La Gazzetta dello Sport.
El paradigma, después de todo, de alguna manera también puede ser representado por la relación entre el seleccionador Italiano Roberto Mancini y Nicolò Zaniolo. Es inútil ocultarlo, el delantero de la Roma se mostró decepcionado por la NO convocatoria de la selección -llegó sin ni siquiera una llamada telefónica para explicar-, lo que parece ser el último escalón de una sucesión de malentendidos.
En la vida, por supuesto, sería un error mirar lo que nos rodea sin matices, especialmente cuando se trata de valoraciones técnicas y físicas, pero el pesar del atacante de la Roma es palpable. La sensación es que, a pesar de que Nicolò -sin heroísmo de ningún tipo- ha «dado una rodilla» por la causa italiana (la segunda lesión de rodilla que tuvo ante Países Bajos), el feeling con Mancini se ha empañado desde el momento de su lenta recuperación, es decir, la temporada pasada, cuando el óxido de la larga inactividad se hizo sentir. Por su parte, el entrenador bien sabe cómo puede presumir de un extraordinario derecho de nacimiento, es decir, la convocatoria de Zaniolo a la selección en 2018 cuando ni siquiera había jugado un partido en la Serie A. Fue un revulsivo para un refinado conocedor del fútbol. Luego, por supuesto, estaba todo lo demás. Es decir, el pasado noviembre Zaniolo fue convocado pero dejó Coverciano por una sobrecarga en el gemelo, mientras que en octubre fue llamado por la lesión de Pessina, pero los giallorossi tenían un problema en su flexor. En marzo entonces, con motivo del melancólico partido contra Macedonia, Mancini lo había enviado a la grada, para luego desplegarlo, tras la eliminación mundial, contra Turquía, con una reprimenda en línea por no jugar en equipo. Finalmente, en mayo, Zaniolo había sido convocado pero, tras la final de Conference, había regresado a Roma con una contusión en el muslo y el tobillo. Lesiones reales y certificadas por exámenes. Aquí, combinando todos estos elementos, es fácil entender por qué -pese a la lesión de Politano- el técnico ha decidido no convocarle, a pesar de que desde el punto de vista técnico, Zaniolo debería ser una pieza fundamental de la selección del futuro.
Nadie duda de que el vínculo entre la selección y Zaniolo seguirá, pero parece divertido recordar cómo la relación del propio Mancini con la camiseta azurra ha sido muchas veces polémica y no irreprochable. Por otro lado, un viejo adagio recuerda cómo en vida los pirómanos suelen nacer para morir bomberos. Suficiente para esperar que el fuego de la decepción mutua pronto se apague.
