Como cada mes, la redacción de L’Ultimo Uomo eligió cuatro candidatos para el premio que entrega la AIC como mejor jugador del mes y en marzo de 2022 la competencia por la victoria fue más que reñida. Fueron nominados los dos mediocampistas más convincentes de la liga, Lucas Torreira e Ismail Bennacer, que ahora se han convertido en verdaderos pilares de la Fiorentina y el Milan; así como Victor Osimhen, que había marcado dos dobletes consecutivos ante Verona y Udinese, consolidándose como uno de los mejores delanteros de la liga.
Al final, sin embargo, se impuso el delantero inglés de la Roma Tammy Abraham, que en un mes complicado para el equipo de Mourinho consiguió poner su firma en partidos importantes que habrían cambiado el sentido de toda la temporada. Abraham consiguió el premio-realmente por un puñado de votos- y no fue sólo por sus goles, sino porque nunca se ha mostrado más tranquilo que en este mes. Como si finalmente hubiera entendido que Italia, y Roma en particular, es exactamente donde él quiere estar.
Abraham fue decisivo en los dos duelos directos ganados por la Roma en marzo, ante el Atalanta y ante la Lazio, y en ambos encuentros pareció haber desarrollado una especial conexión con sus compañeros, en el primer caso con Zaniolo y en el segundo con Mkhitaryan. Algo que marcó la diferencia, dado que en ambos partidos el equipo de Mourinho decidió atacar en transición y con dos, máximo tres hombres. El técnico portugués siempre se ha centrado mucho en el aspecto emocional del fútbol, que permite a sus jugadores comunicarse de forma instintiva sin necesidad de pensar, y esta dimensión está ayudando a Abraham, que es un delantero que juega perpetuamente en la frontera entre lo visible y lo invisible, donde no es cómo pateas o controlas una pelota lo que marca la diferencia, sino estar listo en el lugar correcto en el momento correcto. Los tres goles son solo la tapadera de su marcha chispeante, en la que cada vez más parecía un elemento indispensable de su equipo.
