Toda la Roma está con José Mourinho. Desde la directiva hasta los jugadores y los fanáticos: el vínculo con Special One es sólido y se fortalece incluso cuando las cosas no van en la dirección correcta. El equipo lleva cuatro partidos sin ganar, pero los pitidos de la afición en el descanso del partido ante el Verona fueron todos para los jugadores, no para el técnico que, por el contrario, fue aplaudido cuando fue expulsado por Pairetto en el segundo tiempo escribe Jacopo Aliprandi en el Corriere dello Sport.
Las protestas, la patada de balón a las gradas y el famoso gesto de la llamada telefónica: momentos de tensión para el arbitraje que provocó discusión. Por las continuas interrupciones del juego de Pairetto cuando un jugador del Verona estaba en el suelo, por medir con una vara irregular durante el partido y por sólo cuatro minutos de agregado a pesar de dos goles y nueve sustituciones en la segunda mitad en la que se disputó menos del tiempo real de juego.
Mourinho, como señaló la directiva, no buscó un encontronazo con Pairetto sino que fue «provocado» por su gestión del partido. Luego, el gesto de la llamada telefónica aún por aclarar pero que derivó en la expulsión: mañana el Juez Deportivo decidirá sobre la base del reporte del silbante de Turín, para la Roma sería una sorpresa leer sobre una descalificación de más de una jornada.
Mientras tanto este domingo por la mañana, pese a la jornada de descanso, una parte de la afición acudió a Trigoria para hacer sentir al portugués todo su apoyo con una pancarta: «Nuestra fe, tú mentalidad: tenéis las llaves de esta ciudad«.